UN SUEÑO
Una
vez tuve un sueño.
Se
acercó a mí una noche de compartidas soledades con el mar. Con ojos de niña me
miró desde la orilla opuesta, desde el extremo que separa la realidad de la
ensoñación. Vino a mí caminando lentamente.
-
¿Quién eres? –
Pregunté.
-
Soy tú – Me contestó con una pícara sonrisa.
-
No te creo.
Somos muy diferentes. Yo tengo un cuerpo, una mente y una vida para vivir y luchar cada día.
-
Yo soy tú -
Volvió a repetir - Mi cuerpo existe en
el tuyo, mi conocimiento se llama sabiduría y mi voluntad es la fuerza con que
vives y luchas – Contestó.
No me parecía ya tan niña. La veía
crecer. Era hermosa y fuerte, por eso no me sentía reflejada en ella.
-
¿Aún dudas?
Recorro el camino de la Vida contigo. Sufro tus soledades, sufro también tus
errores; me contentan tus alegrías y soy la que te dice bajito al oído que las
identidades notables son como el cuento de Alicia a Través del Espejo. Yo soy
quien mueve el pincel en tus manos y quien mezcla el cian, el magenta y el
amarillo para pintar tu vida de color.
Soy yo la que se asoma a tus ojos para amar otra mirada. Soy risa y
también lágrima. Yo soy toda tú.
Volvió a mirarme con el color del mar y la pureza del
agua en sus ojos.
-
No me crees… –
musitó, y una sombra de tristeza nubló
su mirada.
-
No me crees
– repitió, y la sombra de una duda
nubló mi corazón.
-
No es que no te
crea… es que… no eres más que un sueño –
-
Sí, es cierto,
pero tú también lo eres; mas yo soy la parte de ti que perdurará siempre. Soy
tu tesón, soy tu amor sublimado, soy tu bondad por ausencia de maldad, soy tu
alegría, soy tu esencia. Soy tú.
-
¿existes? – Le
pregunté. Aún no estaba segura de que estuviese ahí. Volvió a sonreír y a
hacerse niña.
-
Eso es un
misterio – Contestó mientras saltaba jugando. Levanté la vista y ella se asomó
a mis ojos. Me estaba mirando de nuevo con sus ojos color de mar.
-
Me vestirás
de palabras. Lo he leído en tu
corazón.-
Seguí mirándola un instante más. No
contesté. Era yo misma.
Una vez tuve un sueño. Se llamaba Alma.